Pasar al contenido principal

Santiago de Chile entre planos y planes urbanos

La columna del Museo

Santiago de Chile entre planos y planes urbanos

Publicado el 02/10/2017
Germán Hidalgo, académico de la Escuela de Arquitectura PUC, nos invita a reflexionar sobre la importancia de la cartografía.

Cuánto de la contextura urbana de Santiago le debe a su cartografía. Sin duda, muy poco habrían progresado los esfuerzos de hacer de Santiago una “ciudad moderna”, sin la cartografía urbana, ya sea en la modalidad de plano o de plan. De este hecho fue plenamente consciente el intendente Benjamín Vicuña Mackenna cuando en 1873, en carta dirigida al ingeniero Ernesto Ansart, subrayó la necesidad de contar con un plano topográfico de la ciudad, “en escala suficiente para consultar todas las mejoras de que es susceptible, y con todos los requisitos que estas obras exigen”, pues, “el plano exacto de la capital es la base indispensable de todas sus mejoras y adelantos”.

Si bien el plano solicitado por Vicuña Mackenna no se realizó en la envergadura prevista, si se ejecutó uno de menor tamaño, que recogió en cambio una imagen verosímil de la ciudad, basado en la solidez de su trazado geométrico y reuniendo a la vez el registro de la ciudad existente y el trazado de uno de sus más importantes proyectos: el Camino de Cintura. Más allá de los aspectos técnicos involucrados, la realización de este plano, y junto con él la de sus símiles anteriores, menos precisos, y posteriores, más sofisticados, debe entenderse como una contribución fundamental y necesaria para la identidad ciudadana, por el esfuerzo de hacer común y pública una imagen de la ciudad y su territorio circundante. Y es que el gran poder de una imagen cartográfica se fundamenta, al decir del ya fallecido arquitecto y urbanista catalán Manuel de Solá-Morales, en su componente creativa y descriptiva, lo que a su vez repercute en su fuerza política y teórica. Creativa, para entenderlo bien, en el sentido nuevo en que se disponen los elementos que la estructuran como cartografía, pero también en el modo de hacer aparecer lo que es, en su verdadero ser; tarea inherente a toda re-presentación, y como tal, expresiva de una razón analítica y escrutadora.

El esfuerzo desplegado por Vicuña Mackenna y Ansart no fue en vano, ya que, décadas después, se vio largamente recompensado con la realización de dos importantes relevamientos urbanos: el de Alejandro Bertrand de 1889 y 1890, quien levantó todas las calles de la ciudad, y el de la Municipalidad de Santiago, realizado entre 1910 y 1915, que catastró cerca de 1.400 de manzanas. Ambos registros fueron claves, si sumamos a ellos el plano aerofotogramétrico de 1933, para que en la década del 30, el urbanista vienés Karl Brunner pudiera acometer el segundo intento más importante para transformar la ciudad, que dio como resultado el Plano Oficial de Urbanización de la Comuna de Santiago, aprobado finalmente en 1939 y que estuvo vigente hasta 1989. 

El Santiago actual, como muchas otras capitales del mundo, ha devenido en una extensa e incontrolable metrópolis que extraña o echa en falta este tipo de registros actualizados. Sintomático de ello, es la ausencia de una imagen capaz de representar la ciudad actual en su totalidad, y de volverla común, instancia fundamental para conocerla, y sentirla y hacerla propia. Y también, por cierto, capaz de orientar las múltiples, sino infinitas, operaciones y micro-operaciones de transformación que la afectan para bien o para mal, cotidianamente, y que sin quererlo han ido borrando poco a poco todo vestigio y toda huella de esa ciudad, años atrás, levantada y registrada, interrumpiendo con ello, ese antiguo y “sagrado” vínculo entre imagen y realidad, que, en términos urbanos, Marcel Pöete formuló como la teoría de la persistencia del plano. De este modo, siguiendo a Aldo Rossi, la teoría de Pöete relacionaría el presente con el pasado, o mejor dicho, sería el modo en que, en el presente, experimentamos partes significativas del pasado; y de allí también surgiría la explicación del por qué el plano contribuiría al fortalecimiento de cierto tipo de identidad en los ciudadanos.  



Germán Hidalgo es Profesor Asociado de la Escuela de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica de Chile.

Cómo participar en La Columna del Museo

Presentar el texto al correo contacto.mbvm@museosdibam.cl 

1 carilla y media, espacio 1 y medio, calibri 12. Incluir nombre, correo electrónico y ocupación actual.

Se debe incluir una fotografía acorde a la temática del texto.

La temática de la columna de opinión debe versar sobre La Ciudad.

El Museo se reserva el derecho de editar, realizar sugerencias al autor y publicar la columna.

Para ser publicado el primer día hábil de cada mes, la Columna debe ser enviada hasta el día 20 del mes anterior.