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La Columna del Museo: La Ciudad Jardín

La opinión de Daina Neddemeyer

La Columna del Museo: La Ciudad Jardín

Publicado el 01/04/2016
La Ciudad Jardín, el espacio público y privado, y la transformación de la sociedad son los temas que se tocan en esta ocasión.

A principios del siglo XX, dado el crecimiento urbano de la ciudad de Santiago desde el centro hacia la periferia, fue introducido el concepto de "Ciudad Jardín" en la planificación urbana para los nuevos barrios. Este consistía principalmente en la implementación de avenidas arboladas, amplias plazas y viviendas aisladas de antejardines verdes.

El modelo de "Ciudad Jardín" se basa en el concepto de ciudad ideal de la Antique, siendo (re-) definido por Ebenezer Howard en Inglaterra, entre otros. Este modelo combina la ciudad como recinto urbano con la agricultura y el espacio rural en una nueva visión urbanística idealista, que tuvo su punto de origen en el sufrimiento de la gente ante la insatisfacción de sus necesidades básicas, originado por la fuerte industrialización de la producción.

Entendiéndose como un concepto alternativo contra una orientación monocentrista de la metrópolis, este nuevo enfoque buscaba soluciones innovadoras a los problemas sociales urbanísticos de la época. E. Howard incorporó en su versión del modelo el negocio de la enfiteusis o censo enfitéutico a largo plazo para el financiamiento de las propiedades, contrarrestando así la especulación inmobiliaria. Con la expansión de las ciudades hacia la periferia rural se instaló un cinturón verde entre fragmentos urbanos. Así, naturaleza y jardines se entendieron como antítesis al estrés y a la densidad de la ciudad.

Si hablamos de ciudad, vemos a sus habitantes en la dualidad entre la heterogeneidad de individualistas y la cercanía espacial en la cual viven. Es esta dualidad, la que permite que el ser humano pueda individualizar su personalidad con una libertad mucho más amplia que en un ambiente rural. Esto es debido a la clara polaridad entre el lugar privado y el lugar público. En este ámbito, el espacio público es el área en donde los habitantes pueden experimentar el contactarse con otros, expresar su opinión, experimentar la cultura en todas sus expresiones y educarse.

No obstante, ¿no es justamente esta individualización urbana, la que hoy por hoy ayuda a la transformación de la sociedad moderna y sus procesos que nos arrastran con velocidad vertiginosa? Las nuevas tecnologías, los cambios permanentes en las condiciones de vida, con sus consecuencias hasta en el núcleo familiar, aceleran permanentemente el ritmo de vida privado de cada ser humano.

Pero los ciclos biológicos de la vida y de cada ser, el ritmo natural, son los que finalmente nos muestran nuestros límites y nos obligan a pausar y repensar. Desde esta perspectiva la naturaleza puede entenderse como el polo opuesto y un refugio dentro de esta aceleración obsesiva.

¡Reutilicemos todas las áreas verdes públicas! Parques, jardines incluso en las veredas de las calles, huertos urbanos y hasta terrazas con techos verdes pueden brindarnos lugares de interacción social y de una activa participación, nos sensibilizan en el marco de una estética natural y un entendimiento de los ritmos biológicos para valorar más profundamente la libertad de reencontrarse a sí mismo como ser humano.

Daina Neddemeyer, Ingeniero Civil

Condiciones para participar en La Columna del Museo:

El texto presentado será revisado por la comisión editorial del museo, quienes se guardan el derecho a publicación. Presentado al correo contacto.mbvm@museosdibam.cl, máximo 1 carilla, espacio 1 y medio, calibri 12. Incluir nombre, correo electrónico y ocupación actual.

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La temática de la columna de opinión debe versar sobre La Ciudad.

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Para ser publicado el primer día hábil de cada mes, la Columna debe ser enviada hasta el día 20 del mes anterior.